Registros incompletos de ejercicios de adaptabilidad en espacios naturales
2004-2014
La libertad que otorgan los espacios abiertos para crear me
ha vuelto más humilde y consiente de mis limitaciones. Trabajar en la
naturaleza, y con esto me remonto a tiempos de los impresionistas *, implica
tener muy asumido el riesgo de las inclemencias del tiempo, las distancias y
los peligros lógicos que existen en lugares poco transitados.
Ante este nuevo paradigma las reglas de juego y el mercado
cambian y la creación de trabajos o ejercicios efímeros ha sustituido en gran
medida el carácter de objeto o producto negociable o vendible.
Este concepto de realización artística se desliga de la
necesidad de producir un objeto de arte comercializable y con eso la libertad
es casi absoluta.
Quizás lo más seductor de este nuevo contrato con migo mismo
es la posibilidad de hacer arte de un modo más primario y primitivo que resumo
como arte ligero. Este método de creación se alimenta de los materiales que se
disponen en el entorno para realizar una marca, dibujo o estructura tridimensional.
Parafraseando a Hamish Fulton “ninguna obra de arte
se pude comparar con la experiencia de andar”.
De la experiencia solo queda un intento de registro
fotográfico más o menos logrado y un conjunto de notas y bosquejos a mi
entender lo más genuino y cercano a la experiencia del ESTAR en cada LUGAR.
El arte ligero también es un modo o declaración de una forma
de vida donde prevalecen las experiencias por sobre las cosas. Son los vínculos
entre personas y lo que nos queda de compartir un tiempo, lo que prima frente a
una época donde el tener aplasta al ser dejando a muchos llenos de cosas y
vacíos por dentro.
La austeridad de la ruta es en esencia minimalista:
CIELO-TIERRA-HORIZONTE
La idea de viaje es propia de la curiosidad y necesidad del hombre desde siempre. Ya sea por uno o más motivos: alimento, seguridad, devoción, curiosidad o sed de aventura (solo para mencionar algunos) el ser humano se traslada y re define en la acción del andar. Haroldo Conti se definía a si mismo como: “Homo Viator” en una búsqueda por llegar a la decencia de su ser.
La ruta inspira y ha inspirado a infinidad de poetas, músicos, cineastas y artistas visuales.
Podría estar horas al volante frente a una ruta desierta escuchando a Bob Dylan o a Van Morrison que describen el nomadismo con lujo de detalles y metáforas.
También me animo a citar una anécdota del artista abstracto estadounidense jackson Pollock en su travesía a través del desierto de Arizona. Las estaciones de servicio y paisajes desolados de Hooper o los diarios de viaje de Delacroix solo para nombrar a algunos que me viene a la mente.
Los peligros del camino y la zona de confort
El viaje impone sus propias reglas, se toman decisiones a
cada momento, seguir para, donde dormir, hasta donde llegar, que llevar que
dejar. El viajero debe ser por sobre todo un ser pragmático, dispuesto a
encarar su empresa distribuyendo recursos, energía y conocimientos para
completar exitosamente un recorrido de un punto a otro.
La ruta ofrece infinidad de regalos a los sentidos, mares,
desiertos, ríos, montañas, amaneceres, valles, llanuras, playas, atardeceres y
noches a cambio de salir de una supuesta seguridad que nos brinda el
sedentarismo, lo urbano, la civilización.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario